miércoles, 26 de octubre de 2016

21K (km) al precipicio

Foto: Ascenso al Roraima (Gran Sabana, Venezuela - 2010)





Hace algún tiempo escuché que el único propósito de un plan B es que el plan A salga bien. La frase me encantó porque lapida el beneficio de la duda. Pero qué pasa cuando el plan A falla? Qué pasa si después de tanto nadar terminas muriendo en la orilla? Vaya, tela*  (como dirían en Madrid).  Pues lo único seguro que va a pasar, es lo que uno permita que pase.

Durante mucho tiempo tuve certeza de lo que quería y trabajé por ello. Pasé más de un año con un deseo firme entre ceja y ceja, y salí por ello.  Recorrí más 21 mil kms de distancia; surqué dos continentes y me armé de paciencia ante las adversidades del camino. Al final, nada de lo que hice funcionó y estuve a punto de atrincherarme en el rincón de los fracasados. 

Fracaso es darse por vencido antes de que haya comenzado el juego. Fracasado es quien no lo intenta. Ahí reposa una de las claves del éxito, en intentarlo. Sí, no es un tema que se digiera con mucha facilidad pero, como quien se prepara para la guerra, tener voluntad con el score en contra requiere un entrenamiento físico y mental, y es un asunto de todos los días.

Sobre ese punto, quizás los lectores más detractores deben estar pensando que éxito es el logro de los objetivos o no es tal cosa. Y sí, pero a veces se gana más  cuando se pierde. Ir a los pequeños triunfos. Y aquí sí que tengo que contarles: alimenté mi paz interior, contribuí con esa fortaleza que me caracteriza y con ese espíritu emprendedor; y sobre todo, gané autoconocimiento y recuperé valoración personal. 

Sócrates decía que "una vida sin examen no merece ser vivida". Y siento que hasta ahora está es la prueba más hermosa que me ha puesto la vida. Porque mi plan, hoy, mañana y siempre es alcanzar la felicidad, pero no es solo el fin, es también el medio.

Gracias a los que ayudaron en este proceso de redescubrimiento


Nota: si quieres compartir algo sobre tú experiencia y no deseas dejarlo en los comentarios, con gusto te leo a través de mi correo electrónico: angulod@gmail.com Por esta vía también puedes solicitar y unirte a sesiones de coaching gratuitas que estoy empezando a realizar

domingo, 12 de junio de 2016

Cuando sea grande





Quiero ser como ellos...


Tan humildes
Tan bondadosos
Tan serviciales
Tan solidarios
Tan arriesgados
Tan perseverantes
Tan pacientes
Tan corajudos
Tan decididos
Tan unidos en sus diferencias
Tan cómplices en la adversidad
Con esa sazón del campo
Con esa convicción de futuro mejor
Con la energía de quién no espera, decide y emprende
Llevan el fuego, y también un toque de miedo
El 19 de diciembre de 1973 él salió del cuartel
Dos días después se conocieron en Mérida
Ella lo dejó partir a Caracas
Lo buscó
Lo encontró
43 años de relación, hasta ahora
38 de convivencia
31 años legalmente casados
En el 2007 se unieron por la iglesia
3 hijas
79, 82, 84, los años en que las vieron nacer

 
Mis negritos (Mérida, 01.01.2015) 



Él, profesional del volante y de la encomienda oportuna
Ella, especialista del tejer y del orden en casa
Él, de cuentos largos y expeditos
Ella, de palabras cortas
Él, de mirada pícara
Ella, de sonrisa tímida
Él, con la piel curtida y los cabellos desteñidos
A ella le ayuda la coloración artificial
A él, le dicen "correito" por su rápido andar
Ella, madruga para trotar
A veces se acompañan a regañadientes
Se incomodan si no están juntos
Y no lo ocultan, aunque lo intentan
Ana y Marcelo
Marcelo y Ana
Mis padres
Mis negritos
Mi ejemplo
Mi orgullo
Lo peor es lo que no se hace, dice él
Lo mejor es lo que ella hizo 

Gracias por tanto!


martes, 3 de mayo de 2016

La mente sí que es un descuido

Hay que purgar y reparar la mente




Hace un mes me hicieron la miomectomia. Si bien fue una intervención médica que involucró toda la parte baja del abdomen, el 99.9% del proceso pre y post operatorio fue de la mente. Antes de continuar debo advertir que hablar de la mente es muy complejo. Esto es solo un intento en función de mi experiencia. Y es que la mente es tan persuasiva, que si uno se descuida corre el riesgo de caer en sus redes de dolor; alimentadas por el miedo, el ego, la envidia, la codicia, la sensación de escases y abandono, y esas otras cosas de baja vibración. 

No sé en qué punto de la vida nos enseñaron -disculpen si los quiero meter a ustedes en este saco- que lo normal era sufrir. Sí, sufrir, aunque la palabra haga ruido y tenga sabor a vinagre. Pero en el fondo sabemos que el apego, el cansancio y las preocupaciones son familia del sufrimiento en su mínima expresión. No sé si es que hubo o, de hecho, aún hay una malinterpretación de algunas palabras espirituales y todos deberíamos ser condenados por pecadores y este viaje por la tierra es solo parte del calvario. Creo que pecado sería no pretender ser feliz, porque el hecho de serlo es ley universal.

Solo sé que hay una mente colectiva que envenena y contamina. Actúa como tropa militar, juega a la viveza y desencadena los mismos patrones: no; pero; no se puede; imposible; no hay; complicado; o como hace poco escuché, "la vaina está jodida”. Y señores no se trata de tapar el sol con un dedo. Sé que todos en algún momento atravesamos por situaciones adversas y profundamente dolorosas. Se trata que los pensamientos se transforman en cosas, tangibles, y que el paraíso no es un lugar al que uno va, tomando un avión. Es un espacio que uno crea con pensamiento y acción. 

De nada sirve pensar en positivo sino uno no actúa en positivo. Es en la acción y en la no reacción donde florece ese paraíso, y solo purgando la mente es que se puede reparar ese patrón. Que cómo se empieza? Con consciencia! Eligiendo los pensamientos que uno quiere dejar entrar, liberando las cargas ajenas y actuando positivamente. 

Ese pasado viernes 01 de abril amanecí con miedo. Dos noches anteriores la mente inconsciente había hecho de las suyas. Soñé que me pasaba lo que le ocurrió al protagonista del film Awake, o Bajo Anestesia, o Despierto, o como se le llame en su país. Esa película protagonizada por Jessica Alba en la que su "novio" es intervenido a corazón abierto y aunque está bajo anestesia siente el paso a paso de la cirugía.
Si bien los miedos gritan de una u otra manera en la cabeza, la sabiduría susurra en el corazón. Y lo más sabio que he venido haciendo como hábito es invocar la presencia divina y traer al ahora esos detalles que me producen amor. 

La voz de mis padres, el apoyo de mis hermanas, el olor de mi sobrina, las llamadas de apoyo, y los mensajitos de texto fueron el antídoto antes de entrar a quirófano. Y justo en ese instante en el que la epidural ya adormecía las piernas y la anestesia general estaba a punto de hacer efecto, el click fotográfico mental de mi divino y lo que más sueño en la vida me acompañó incluso durante las dos horas de intervención. Estoy sanando!




P.D: si quieres compartir algo sobre tú experiencia y no deseas dejarlo en los comentarios, con gusto te leo a través de mi correo electrónico: angulod@gmail.com

lunes, 21 de marzo de 2016

Para que algo grande entre…

 
Foto cortesía Manuel Ruiz
Dejarse fluir es mucho más fácil decirlo que hacerlo

 No me gustan las operaciones quirúrgicas. Acaso creen que no me he hecho la mamoplastia porque me siento muy cómoda con los dos botones que me dio la vida,  en un país donde se mide la belleza femenina por la talla del sostén? Aceptar a mis dos pequeñas ha pasado por entender, entre otras cosas, que entrar a un quirófano tiene que ser una necesidad  mas no un ticket a la vitrina de los big deal. Pero el universo es sabio y aunque a veces pareciera darnos en la llaga, en realidad nos conduce a nuevos estados de conciencia donde los deseos trascienden límites temporales en función del bienestar personal.  

Que cómo se traduce eso? Llevo mucho más de 6 meses organizando el viaje de mis sueños: culminando mi especialización en mercadeo tres trimestres antes de lo previsto, arreando la burocracia de las universidades públicas, sobornando con arepas andinas (aunque usted no lo crea) a los empleados administrativos, manipulando con alevosía a los simpatizantes de los extremos políticos; y por supuesto, y con mucha devoción, rezando por ayuda divina para que todo se diera conforme los tiempos que me había trazado. Pero por más que lo intente no tengo control de nada y el dejarse fluir es mucho más fácil decirlo que hacerlo.

A pocas semanas de embarcarme en la nueva aventura una cita médica de rutina confirmó que debían intervenirme quirúrgicamente para sacar dos tumores benignos que crecieron en mi vientre. Técnicamente se llaman Miomas. Debido a su condición benigna, la extracción no es necesaria a menos que el paciente presente hemorragias abundantes, dolores menstruales excesivos, dificultad para la concepción, etc. Yo no cumplo con ninguno de los anteriores criterios de selección pero sí con uno importante, su volumen. Y si quiero que algo grande entre, algo grande tiene que salir. 

Obviamente, la noticia me desequilibró. También me llevó al cuestionamiento cliché de los seres humanos. Por qué a mí? Por qué ahora? Y resulta que no soy la excepción. Los miomas son tan frecuentes que se calcula que la mitad de las mujeres llega a padecerlos en algún momento de sus vidas. Tampoco soy una persona extraordinaria -inmune- esa condición se la dejo a Dios, quien todo lo sabe y todo lo puede. Simplemente soy una mujer ordinaria; que siente; que se frustra; que se enferma, sin embargo recibe esta experiencia como una invitación a la reflexión. Se trata de abrazar todas las situaciones de la vida con sus pro, y aceptar esas bendiciones que vienen disfrazadas de contra.

Más allá de sonar a “chinazo”, el tema de este post es una metáfora a esas situaciones que no nos dejan avanzar; que son una carga física, emocional o espiritual. Como si en el camino le metiéramos piedras a la mochila, entonces la ruta se hace lenta y amarga.  Y es que acumulamos y no drenamos. Colgamos los problemas en la pared de la indiferencia, posiblemente porque nos lastima el ego o nos saca de nuestro espacio de confort. Cuántas veces hemos renunciado a una relación-situación (laboral, familiar, de pareja) porque nos sentimos maltratados, desvalorados, abandonados, acorralados, manipulados, y depositamos afuera la culpa de nuestros pesares y poca fortuna? 

En fin, tomamos la salida de emergencia sin contar que a la vuelta de la esquina persiste, lo que resiste. Y es que para poder avanzar en cualquier aspecto de nuestras vidas debemos hacer contacto con las heridas, con nuestras cargas, porque pequeñas que sean. Debemos hacer trabajo interno y reconocer que no hay nada ni nadie tratando de conspirar contra nosotros. Afuera solo hay vehículos de aprendizaje y autoconocimiento. 



Nota: Los créditos de la fotografía son para Manuel Ruiz @manuelruiz.c
La modelo es anónima