Déjate de pendejadas y tira |
Maldita seas, quién
se llevó mi cuerpo. Sólo siento la cabeza. Qué pasó anoche? Qué dolor. Otra vez
esto. No quiero abrir los ojos, es que ni siquiera puedo hacerlo. Las órdenes que doy no tienen respuesta. Esta humanidad no responde. Ya va, ahora sí
lo está haciendo. Me quiero levantar, debo apagar la tv. Para qué? Detesto esta
atmosfera taciturna y detenida en el tiempo. Me marchita. Alonso. Ese sí que
sabe hacerme florecer. Qué manera de regar mi jardín aunque ahora tengo este
olor a desinfectante incoloro que me repugna. Me transporta a los baños del
colegio. Qué asco! Necesito una ducha.
Apenas puedo
sostenerme, y creo que el corazón viajo a la cabeza. Por cada paso que doy, mil
palpitaciones fuertes en la sien. Tengo miedo. En cualquier momento puede
estallar, aunque sería lo mejor. Acabaría con todos estos ratos amargos. Así se
resume mi vida en los últimos años. Vaya mierda. Mejor no. La sangre nunca me
ha gustado, y la mia debe ser horrorosa. No creo que tenga color ni espesor.
Eso también se lo llevo. Qué me dejaste? Existe algo que me haya quedado?
Maldito bicho.
Miserable. Se me agotan los adjetivos, como si pudiera ir a la tienda por un
poco más de ellos. Necesito formulas. Vomitarte no ha sido suficiente. Tu
recuerdo me perturba. En el fondo sé que no quiero olvidarte. Protejo esos
bonitos momentos. Todos los días viajo a esos días de verano. Tú, con tu
actitud de caballero. Yo, con mi postureo de princesita. Quizás los dos nos engañamos.
Una farsa y un elixir. Efímero y eterno.
La ducha, Cristina,
la ducha. Déjate de pendejadas y tira. Ya habrá otro como él. Alonso. Qué va!
Calla. Sigue. La ducha. Agua y jabón. Sí, para que me resbalen estos
pensamientos. No quiero. Sé que no quiero. Para quitarme el mal sabor de
anoche. Quién me entiende. Anoche en verdad la pasé bien, hasta que sentí el
crujir de “ese” vehículo. Sí, entre comillas. No pasa desapercibido. Sé que es fanático de
la velocidad y el peligro.
Evidentemente no
era él pero mi mente es experta en recrearlo, y el vodka que contribuye. Quizás
por eso me lie con Alonso. El de turno! Espero al menos no haber confundido la
vocal inicial. O si? Por eso me dejó aquí tirada. Cobarde.
Madre mía.
Cristina, estás mal, no puedes seguir con estas novelas. No puedes seguir
así. Sigo como me da la gana. Hasta que
esta mierda se me pase. Algún día se me tiene que pasar. Cuando eso pase, iré
por él, dondequiera que esté y se lo restregaré en la cara. Le diré “mírame,
soy feliz. De lo que te perdiste. Púdrete”.
Púdrete. Nunca
pensé que una palabra sonara tan bonita: púdrete. Ese eco triunfante me revitaliza.
Mis pulmones se ensanchan y siento como el vapor que desprende el agua caliente
de la ducha entra por las fosas de mi nariz recordándome que estoy aquí, viva,
llena de experiencias por delante, ante un camino de hombres por conquistar.
Anoche fue el turno de Alonso. Mañana será el de Pablo, y luego quizás el de un
tal Alejandro. No sé si existen o si llegue a conocerles. No importa, me los iré
inventando.
Eso hago todos
los viernes. Tiene su magia y su diversión. Nunca me quedo sola. Me acompaña el
vodka y el televisor.
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